Estos roscos son típicos en mi familia en Semana Santa. Se les llama también rosquillas de carrucha (por la forma que tienen). Son de los que quedan consistentes y no demasiado blandos por dentro. Duran bastantes días en perfecto estado.
2 huevos
125 ml de leche
125 ml de aceite de oliva
150 gr de azúcar
raspadura de 1 limón
una pizca de sal
1 cucharadita de bicarbonato
harina (entre 700 y 900 gr)
azúcar y canela para cubrirlos
(Nota: tradicionalmente, el aceite de oliva debía estar frito y frío, aunque hoy día es común ponerlo sin freir. Yo creo que hay poca diferencia en el resultado)
Elaboración:
Poner en un cuenco grande los huevos, la leche, el aceite de oliva, el azúcar, la raspadura de limón, la pizca de sal y la cucharadita de bicarbonato
Batir con varilla
Cuando esté todo bien mezclado ir añadiendo la harina poco a poco
Seguir batiendo con varilla hasta que el peso de la masa didiculte el movimiento
Cuando ya tenga consistencia suficiente, lo pasamos a la mesa bien espolvoreada de harina
Amasamos bien hasta que la masa quede bien integrada y elástica (no debe quedar dura)
Vamos tomando pequeñas porciones de masa
Formamos una bolita con las manos
Hacemos un agujerito enmedio con dos dedos
Y estiramos el rosco dádole vueltas por el centro con las dos manos
Por último, hacemos una hendidura bien marcada con un cuchillo, rodeando toda la parte exterior (la forma de carrucha)
Los ponemos a freir en una sartén profunda en abundante aceite de oliva bien caliente
Se frien frien por ambos lados y se sacan cuando estén bien doraditos
Por no faltar a la tradición que yo misma instauré cuando era pequeñita, mi hija me ayudó, pero ella en lugar de hacer roscos hizo bollitos o barritas con la misma masa, que son más fáciles cuando aún no tienes manejo en la cocina (ni tamaño suficiente de manos y dedos)
De todas formas a ella le hizo más ilusión hacerlos que comérselos, pero estamos un par de voluntarias en casa que nos encargamos de eso...