28 septiembre 2014

Gelatina multicolor


Comenzamos la segunda temporada de los Asaltablogs. Tal y como hacíamos en la primera temporada, el último domingo de cada mes nuestra banda de asaltadores deja temblando el blog que haya sido seleccionado durante ese mes. En esta ocasión el blog asaltado es “Churretes de cocholate”, de Raquel Martínez. Ha sido un placer recorrerlo de cabo a rabo y ha sido difícil elegir la receta a asaltar, porque las tentaciones eran muy numerosas. Es esta ocasión, me ha ayudado a elegir mi hija mayor, que es una verdadera devoradora de gelatina. Esta Gelatina multicolor le llamó poderosamente la atención y a mí me pareció una buena elección.

La variación que me he permitido es que en lugar de de usar leche para la parte blanca de esta gelatina, he usado leche condensada, que en casa el público es golosete…
De todas formas, hice una segunda versión con leche y vainilla, como la había hecho Raquel, que a mi casi me gustó más. Os lo cuento todo paso a paso:

Ingredientes:

3 o 4 tipos de gelatinas de sabores
Agua

Si la base la queremos de leche condensada:
1 lata pequeña de leche condensada (370gr)
240 ml de agua (120ml + 120ml)
2 sobres de gelatina neutra en polvo

Si la base la queremos de leche:
400 ml de leche (200 ml + 200 ml)
6 hojas de gelatina (o 3 de las grandes)
70 gr de azúcar
1 cucharada sopera de vainilla en pasta

Elaboración:

Para cada sabor de gelatina de frutas que vayamos a usar, seguir las instrucciones del fabricante. En mi caso, para cada sabor necesitamos 500 ml de agua. Ponemos primero 250 ml al fuego. Cuando hierva lo apartamos del fuego e incorporamos inmediatamente el sobre de gelatina, removiendo bien.
Añadimos los otros 250 ml de agua, pero fría, y removemos bien.
Si queremos obtener más colores podemos repartir la mezcla obtenida en dos recipientes y añadir a uno de ellos una gotita de colorante en gel para obtener aún más colores.
Utilicé 4 sabores de gelatina: limón, naranja, piña y fresa
Y entre los colores originales y los que obtuve mezclando con colorantes, me junté con estos ocho:
Debo reconocer que me sobró gelatina de cada color, pero eso en casa no es ningún problema, porque nos gusta mucho la gelatina.
Ponemos los recipientes con las gelatinas a enfriar en la nevera para que se solidifiquen bien. Necesitan al menos tres horas, aunque yo lo hice de un día para otro para no tener problemas.
Cuando la gelatina haya cuajado bien, nos pondremos con la preparación que servirá de base.
Si lo hacemos con leche condensada, utilizamos gelatina en polvo, por lo que el proceso para formar la gelatina es al revés que con las de frutas: ponemos los dos sobres de gelatina neutra en un recipiente, y añadimos 120 ml  de agua fría. Mezclamos bien.
Añadimos los otros 120 ml de agua, pero esta vez hirviendo, y removemos bien.
Incorporamos la lata de leche condensada poco a poco sobre esa gelatina, sin dejar de remover hasta que quede perfectamente integrada.

Si lo hacemos con leche, ponemos a hervir a fuego suave los 200 ml de leche, los 70 gr de azúcar y la cucharada de vainilla. Mientras, ponemos a hidratar las hojas de gelatina en agua fría entre 5 y 10 minutos. Cuando la leche esté bien caliente, ya fuera del fuego agregamos las hojas de gelatina hidratadas, y mezclamos bien. Añadimos los 200 ml de leche fría y removemos bien.


Mientras esa preparación se enfría (ya sea la de leche o la de leche condensada), partimos trocitos de gelatina de cada color.
Los mezclamos todos juntos en un recipiente.

Llenamos casi a mitad los moldes que hayamos elegido con los trozos de colores. 
Llenamos el molde hasta arriba con la gelatina de leche o leche condensada.
Puede usarse desde el típico molde de gelatinas, moldes de silicona individuales o de tipo plumcake de silicona para hacerlo en un bloque y luego partirlo.

Lo dejamos enfriar bien en la nevera para que la gelatina cuaje bien (al menos 3 horas).
Cuando la desmoldamos, queda una base blanca o crema con múltiples trocitos de las gelatinas de colores.


¡Buen provecho!

10 septiembre 2014

Suspiros de merengue

Como ya os comenté, en mayo recibió mi hija mayor su Primera Comunión. Ya os enseñé las galletas de comunón que preparé como recordatorio y la mesa dulce que preparó Paz, de Las Tartas de Paz. Yo hice una pequeña colaboración a esa mesa dulce preparando los arbolitos de chuches y los suspiros de merengue. Esos suspiros de merengue son los que os voy a contar cómo se hacen.
La idea la tomé de Lidia de la O, de Atrapada en mi cocina, que también estaba metida en los mismos menesteres preparando la comunión de su hija. La variación que les he hecho es que en lugar de utilizar claras de huevo he utilizado albúmina en polvo, de la que soy gran aficionada desde que la uso para la glasa de las galletas tal y como aprendí de las chicas de Mensaje en una galleta. No es para nada imprescindible utilizar la albúmina, pero me gusta mucho el resultado de las preparaciones en las que la utilizo sustituyendo a la clara de huevo. Si queremos usar clara de huevo, tendremos que pesar las claras y preparar ese mismo peso en azúcar blanquilla y también en azúcar glas.
Además, le he añadido una pizquita de cremor tártaro, que aunque tampoco es para nada imprescindible, le da bastante estabilidad al merengue.

Ingredientes:


15 gr de albúmina
150 gr de agua
               (corresponden a 4 claras de huevo)
165 gr de azúcar blanquilla   (o el peso de las 4 claras)
165 gr de azúcar glas   (o el peso de las 4 claras)
Unas gotas de zumo de limón
Una pizca de crémor tártaro (opcional)
Una pizca de sal
Colorante en gel rosa


Elaboración:


Como he utilizado albúmina en lugar de claras, lo primero que tenemos que hacer es poner en el vaso de la batidora la albúmina y el agua (mejor si está ligeramente templada) y batirlo bien.

Lo dejamos reposar unos minutos, para que se rehidrate bien la albúmina.

Pesamos la cantidad de claras obtenidas para pesar posteriormente la misma cantidad de azúcar blanquilla y de azúcar glas.


Para obtener mejores resultados, es conveniente tamizar el azúcar glas.

Empezamos a elaborar el merengue francés. En primer lugar ponemos a montar las claras con una pizca de sal, mezclando a potencia media (al 4) hasta que veamos que empieza a burbujear.

Añadimos la pizca de cremor tártaro (si lo queremos poner) y seguimos batiendo hasta que veamos que empieza a montar ligeramente. 

Añadimos el azúcar blanquilla y subimos la velocidad (hasta llegar hasta el 10), y seguimos batiendo hasta que veamos que está bien montado y se forman picos en el merengue.

Cuando ese merengue esté bien firme, bajamos la velocidad (al 2-4) y vamos añadiendo el azúcar glas muy poco a poco, en forma de lluvia. Si es necesario, aumentamos la velocidad momentáneamente para que se mezcle bien, pero sin pasarnos, que no se bajen las claras.

Repartimos el merengue obtenido entre dos recipientes.

Uno de ellos lo dejaremos de color blanco. Al otro le vamos añadiendo gotas de colorante en gel en pequeña cantidad, mezclando bien con una espátula para que se distribuya bien el color. 

Es mejor irlo añadiendo poco a poco para no pasarnos con el color. 

Introducimos cada merengue en una manga pastelera, incluyendo previamente el adaptador para las boquillas si lo vamos a utilizar. Yo he utilizado la boquilla 1M de Wilton para que el merengue rosa salga rizado y una boquilla lisa (de 23 mm) para los blancos, lisos. La boquilla lisa nos la podemos ahorrar haciendo un corte del grosor deseado en la propia manga pastelera, sin tener que usar adaptador ni nada.

Ponemos pequeñas porciones de merengue con la boquilla elegida sobre la bandeja de horno cubierta de papel de horno o de silpat. Es mejor que no sean demasiado grandes para que tarden menos en secarse en el horno.

Precalentamos el horno a 90º (calor arriba y abajo, con aire).

Horneamos a 90º C las dos bandejas a la vez hasta que el merengue esté bien seco. Es conveniente ir intercambiando ambas bandejas de posición para que el horneado sea uniforme en ambas. Cuando veamos que se despegan con facilidad cogeremos un suspiro y lo abriremos por la mitad para comprobar que está bien seco también por dentro. Es importante comprobar este punto para que no queden chiclosos por dentro y no sean agradables de comer. En mi horno, tardaron en secarse bien unas 3 horas, aunque hay quien los hornea incluso 4 horas.

Con la cantidad de merengue que preparé, me salieron 2 bandejas rosas y 2 blancas. Como no me dio tiempo a hacerlo todo en el mismo día, la segunda hornada la tuve que hacer al día siguiente, guardando convenientemente en el frigorífico las magas durante toda la noche. Como es normal, el merengue de esta segunda hornada se vino un poco abajo y al ponerlos en la bandeja de horno con la manga no quedaban tan rizadas, pero os aseguro que quedaron igual de ricas que las primeras.

Para conservar los suspiros debemos guardarlos en una lata o en un recipiente hermético. Aseguran que se conservan perfectamente durante 3 meses, aunque yo eso no lo pude comprobar…





¡Buen provecho!