Hoy os traigo otro estupendo plato propuesto por el Restaurante Ruta del Veleta para su Reto
Nazarí. En este caso se trata de una Alboronía, que
es uno de los platos mas deliciosos que nos ha dejado el legado Andalusí. "Alboronía" proviene del vocablo árabe al-baraniyya que
significa cierto manjar, y efectivamente es un autentico manjar este guisado
de berenjenas como también se le suele llamar. Los
ingredientes que formaban parte de este original guiso
eran berenjenas, ajo, cebolla, calabaza y frutos secos triturados, como
almendras, nueces o avellanas. Con el
descubrimiento de América se conocieron nuevos productos como el tomate y el
pimiento, y de este el pimentón, elementos que pronto se convirtieron en
ingredientes habituales de la alboronía.
La alboronía
se convirtió en un plato muy apreciado en toda Andalucía y, al igual que
ocurría en la época mozárabe, era usual degustarla en bodas y grandes
celebraciones. De Andalucía
pasó a otras tierras españolas que con el tiempo la denominaron pisto. Muchos aseguran que la alboronía es la madre de todos
los pistos, no solo del manchego (el mas conocido y emblemático), sino también
de los demás como el madrileño, el bilbaíno, el tumbet mallorquín o la xanfaina catalana.
Esta es la historia que nos cuentan en el Reto Nazarí:
Cuenta la leyenda,que en la Granada
mora existía un anciano rey llamado Aben Habuz. Durante toda su vida fue un
valiente guerrero y obtuvo grandes tesoros, pero con la vejez, también se le
calmó la ansiedad por nuevas riquezas. Así se dedicó a custodiar su tesoro de
los jóvenes guerreros pues temía perder sus riquezas. Un buen día llegó
procedente de Egipto un mago árabe llamado Ibrahim. Éste conocía todos los
secretos de la ciencia (incluido el de la vida eterna). El mago se ofreció a
crear un invento con el cual podía conocerse cuándo iban a atacar los enemigos.
Ibrahim creó un curioso tablero de ajedrez donde se encontraba un jinete con
una lanza; cuando el jinete apuntaba a algún sitio significaba que se acercaba
un ejército por ahí, y entonces en el tablero aparecían unas figuras de
ajedrez, que representaban la imagen del enemigo. El mago incitaba al rey a que
derribase las figuras y entonces así mataba al ejército enemigo. Por este
trabajo, Ibrahim pidió que se acomodase una cueva de la montaña con lujos y con
bailarinas que lo animasen mientras elaboraba sus artes.
Así llegó a gastar la mitad de la fortuna del rey. Pero Aben Habuz aceptó y disfrutaba con el juego de ajedrez matando enemigos. Pero un buen día el jinete del ajedrez apuntó a un lado del mismo que representaba un valle en el que no aparecieron figuras. ¿Venía algún enemigo?. Así mandó su ejército allá, pero en vez del enemigo capturaron a una dulce mora con una lira de plata. Ibrahim quiso poseerla, pero Aben Habuz la quiso para sí, pues estaba enamorado de un extraño y delicioso plato que cocinaba. Ella no deseaba a ninguno de los dos viejos, pero se quedó en el reino de Aben Habuz. El rey moro, empezó a gastarse todos los tesoros que le quedaban en ella, pero cuando la quería poseer, la cristiana empezaba a tocar su lira y él se dormía dulcemente.
Sus súbditos se sublevaron, pues no podían consentir que el rey se gastase su fortuna en ella y no parase de dormir. Aben Habuz pudo contener la sublevación, pero pidió al mago que hiciese algo para evitar esto, pues quería vivir en tranquilidad con la joven. Ibrahim le propuso construir para él un paraíso que no fuese visible desde fuera y que no se pudiese entrar de no quererlo el que viviera allí. Aben Habuz fascinado aceptó. Tardó tres días en construirlo en una montaña de Granada, y puso una puerta grande con una mano y una llave.
A cambio, Aben Habuz le entregaría el primer animal y la carga que entrase por esa puerta. Al tercer día fueron Ibrahim, Aben Habuz y la joven cada uno en un caballo. Se pararon los tres a observar la puerta, y el corcel de la joven echó a andar y cruzó la puerta. Ibrahim dijo que la cristiana le pertenecía, Aben Habuz se negó, pero Ibrahim entró con su caballo y cerró la puerta, quedandose con la joven y el secreto de la receta del maravilloso plato.
Se dice que desde entonces todo el que se queda un momento delante de esa puerta oye la lira y se adormece como el rey moro. Hoy en día, en ese monte, se encuentra la Alhambra y allí se puede encontrar la puerta con la mano y la llave, esperando que alguien la abra antes de caer dormido...
Plato De La Lira Del Sueño o Alboronia
Ingredientes para 4 personas:
4 berenjenas
1/2 Kg de calabaza
1 calabacino pequeño
1/2 Kg de tomates
1 cebolla grande
3 dientes de ajo
1 cucharadita de pimentón dulce
1 cucharada de vinagre
Aceite de oliva, sal y pimienta.
Elaboración:
Pelar las berenjenas y la calabaza, trocearlas y poner a hervir durante 10 o 15 minutos para que se ablanden un poco y reservar.
Trocear el calabacino (sin pelar),
pelar y picar la cebolla, pelar y filetear los ajos. Poner todo en una cazuela
y sofreír.
Cuando la cebolla esté dorada, apartar la cazuela del fuego, añadir el pimentón, el vinagre y la pimienta y mezclar todo. Volver al fuego, añadir el tomate previamente pelado despepitado y troceado y dejar rehogar unos 5 minutos.
Añadir la berenjena y la calabaza, añadir la sal. Tapar la cazuela y, a fuego lento, dejar cocer hasta que todo esté a punto de cochura. Antes de retirar probar el punto de sal.
Y esta es mi versión, bastante fiel a la original (aunque la siguiente vez que lo haga le pondré mucho más tomate):
2 berenjenas
½ Kg de calabaza
1 calabacín pequeño
½ Kg de tomates
1 cebolla grande
3 dientes de ajo
1 cucharadita de pimentón dulce
1 cucharada de vinagre
AOVE, sal y pimienta
Elaboración:
Pelamos las berenjenas y la calabaza.
La partimos en trocitos pequeños. Tenemos que darles un ligero hervor para que se ablanden un poco. Yo he utilizado un estuche de vapor y las he cocinado a 750 W durante 8 min.
Mientras tanto, partimos en daditos el calabacín (si pelar), la cebolla , y pelamos y partimos los ajos.
Pelamos el tomate, lo despepitamos y lo partimos en daditos.
Ponemos una sartén al fuego y cubrimos bien el fondo de aceite de oliva virgen extra.
Añadimos el calabacín, la cebolla y los ajos. Lo sofreimos bien.
Cuando empiece a dorar, apartamos la sartén del fuego y añadimos el pimentón, el vinagre y la pimienta. Lo mezclamos todo bien.
Volvemos a poner al fuego la sartén y añadimos los daditos de tomate. Dejamos que se rehogue unos 5 minutos.
Añadimos la berenjena y la calabaza, y le ponemos la sal. Tamamos la sartén y lo dejamos cocinar a fuego lento hasta que todo esté bien cocido. Antes de retirar, probar el punto de sal.
Es un plato delicioso, que se puede comer de muchas maneras: sólo, con un huevo frito o escalfado, como guarnición de carnes o pescados...
Yo, en esta ocasión, lo he servido acompañado con una guarnición de filetitos de muslo de pollo a la plancha ;)
¡Buen provecho!