Estas patatas proceden de la cocina sueca. Su particularidad es la forma de corte, lo que hace que llamen mucho la atención y que queden muy crujientes por fuera y blanditas por dentro. Son una guarnición estupenda tanto para carnes como para pescados.
Podemos encontrar numerosas variantes:
* Con piel o sin piel: lo tradicional es con piel, pero por costumbre española yo prefiero hacerlas sin ella.
* Con aceite o mantequilla: las suecas, con mantequilla, pero por la misma razón que antes las prefiero con aceite de oliva virgen extra.
* Aromatizadas con: ajos, pimienta, clavo, laurel, orégano, tomillo, hierbas provenzales y todo lo que se nos ocurra. Yo en esta ocasión les he puesto sólo romero y sal.
* Rellenas de: parmesano, queso azul, queso fundente (o cualquier otra variedad), bacon, tomate, chorizo…. O cualquier otra cosa que se nos ocurra. Yo no las he rellenado. He hecho la versión más ligerita
Ingredientes:
Patatas de tamaño mediano
Aceite de Oliva virgen extra
Romero
Sal en escamas
Elaboración:
Precalentamos el horno a 200º.
Pelamos las patatas con un pelador para que queden torneadas.
Cortamos uno de los lados para que haga de base y no se gire la patata.
Para conseguir que los cortes que hagamos a la patata no lleguen al final hay diversas técnicas: colocar la patata sobre una cuchara, poner a los lados unos palillos chinos… Yo lo he hecho así: he atravesado a lo largo la patata con un pincho de brocheta más o menos a 1 cm. de la base
Con un cuchillo bien afilado vamos haciendo los cortes, procurando que sean todos de la misma medida. Al haber insertado el pincho de brocheta servirá de tope y no cortaremos del todo la patata.
Colocamos las patatas sobre una fuente de horno. Las rociamos con aceite de oliva, sal en escamas y romero (la cantidad es cuestión de gustos).
Las horneamos a 200º unos 50 o 60 minutos (hasta que las veamos doraditas; esto de los hornos ya se sabe que es un mundo….)
¡Que aproveche!